Cuando llegué a Santiago creí que había una receta mágica para sobrevivir,
tal vez programarse en “estado zombie” o algo así, para hacer que cada cosa
molesta de “la capital” me resbalaran, pero con el tiempo he comprendido que la
única manera de resistir y llegar a amar esta ciudad —como me ha sucedido— es
haciendo lo que realmente te gusta. Y la verdad, me gustan demasiadas cosas.
Una de mis mayores pasiones es la Historia , por ende, tengo mi propia
investigación. Me he dedicado estos dos últimos años, principalmente, a
estudiar la Historia
Antigua : sus civilizaciones —específicamente Mesopotamia—,
pensamientos, mitología; tratando de encontrar en el origen algunas respuestas
a tantas dudas. Sin embargo, lo que más he descubierto es cómo en este poco
tiempo me he ido transformando en una persona con mucha —tal vez demasiada—
conciencia de la temporalidad del ser humano y sus culturas.
Nos creemos realmente poderosos e inmortales, pero la verdad es que las
civilizaciones que nos anteceden no traspasan los 3 mil años aproximadamente de
historia, sucediéndose unas a otras y dejándonos sólo escasos extractos de
ellas.
Por eso siempre pienso que nosotros también pasaremos y entonces: ¿Cuál
será nuestro legado para la
Historia ? ¿Cómo podremos trascender?
Particularmente, me pregunto qué les dejaré a mis hijos, nietos y
bisnietos, sin encontrar una respuesta definitiva y que me satisfaga
completamente.
A pesar de ello, como siempre me he sentido cercana a las letras —los
libros han sido para mí un bálsamo y una luz sublime en cada etapa de mi vida—
fue fácil comenzar a escribir mi historia desde pequeña en numerosos diarios de
vida, los cuales han ido mutando desde el más ingenuo e inocente con temas
infantiles: el niño que me gustaba, mi apariencia, la competencia entre amigas
por ser la BFF de
alguien que ya ni siquiera recuerdo bien el nombre; hasta transformarse en mi
válvula de escape, en los depositarios de mis miedos, anhelos, proyectos,
sueños y vivencias. Son el lugar en donde guardo las cosas que jamás he dicho
en voz alta y que se encuentran en la paciente espera de ser, quizás,
encontrados en 3 mil años más por un arqueólogo, permitiéndole así a la
sociedad del futuro —si es que se denominará sociedad— conocer el contexto y
pensamiento de la gente común en épocas pasadas.
Pienso en que este es mi posible regalo para las generaciones humanas o
seudo humanas que vienen. Puede que esta sea una forma en la cual pueda seguir
perdurando, así como lo hacen los antiguos mesopotámicos hoy en día.
Pero esto es sólo una parte. También guardo aquí, muy cerca de mí, un trozo
de historia para mí, para sobrevivir en Santiago.
Es algo tan sencillo como un mural, el que me recuerda permanentemente de
dónde vengo y, a veces también, hacia dónde voy. Posee fotos de los seres que
amo y que dejé atrás en otra ciudad, de escritores y músicos que me han
marcado; leyendas de textos, citas de autores; entradas pulcramente conservadas
de mis mejores conciertos. Reside allí cada cosa importante que me ha marcado,
incluso una foto de la plaza de Concepción post terremoto 2010, que evoca la
fragilidad inmanente de la vida, de cómo en cuestión de segundos todos tus
planes se van a la cresta.
Suena algo abrumador,
¿no es así? Tal vez no es buena idea iniciar un blog escribiendo sobre estas
cosas. Tal vez sería mejor empezarlo contándoles qué nueva receta probé este
fin de semana o cómo decoré mi departamento al llegar a Santiago —cosa que
probablemente haré en el futuro—, pero bueno, por alguna parte se empieza y de
cierto modo, estos temas me definen.
Y puede que, de
alguna manera, este blog se transforme no sólo en una forma más de cómo
sobrevivir en Santiago, sino también en un medio para hacer algo de Historia (ésa
de la gente común y corriente que tanta falta hace).
Les dejo esta
cita inicial: “Este es el Último Refugio, para aquellos que han perdido una
parte de su alma”. El Último Refugio, Roberto Innocenti y J. Patrick Lewis.
Y me despido con
la canción “Conversation Piece” de David Bowie.
Saludos :)
cuando yo llegue a santiago estuve mucho tiempo en ese "estado zombie", después descubrí que en santiago hay alternativa para todo y para todos, sentí muchas cosas de las que se expresan aquí... muy interesante
ResponderEliminar"haciendo lo que realmente te gusta"...eso te ha permitido sobrevivir en Santiago, lejos de lo que siempre conociste.
ResponderEliminarUna vez fui a una conferencia de Gonzalo Rojas, nunca olvidé cuando habló sobre Lota, su Lota presente desde siempre, incluso en sus viajes a China. Tampoco olvidé una frase que siempre recuerdo cuando me descorazono y quiero volver a donde nací, dijo que "para reencontrarse e inspirarse no hace falta estar en el lugar físico, si no llevarlo consigo en el fiel sentimiento de que cada espacio es tu hogar" creo que este blog servirá a los que siempre andamos errantes, pero no perdidos. Felicitaciones!
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